viernes, 2 de febrero de 2018

El Incienso del Sagrario

Día 2 de febrero, 2018
Mientras medito en la oración de la mañana, las palabras del profeta Malaquías “…Vendrá a su templo el Señor a quien ustedes buscan” me quedo mirando el humo del incienso colocado para la ocasión frente al sagrario, los movimientos del humo, mientras sube a lo más alto, parecen decirme tantas cosas que no logro entender, pero que siento en el corazón. Ciertamente como dice Malaquías, el Señor es a quien buscamos, a quien necesita el alma sedienta de amor, él es esa respiración y paz del alma, cuando llega nos hace nuevos, recupera en nosotros la alegría perdida en las horas difíciles, restaura el corazón, de tal manera que no podemos anhelar otra cosa que buscarle y encontrarle. Es cierto también, que encontramos a Dios mejor en el templo donde todo es paz, como indica Malaquías, pero no podemos quedarnos en la transfiguración que supone estar en silencio adorando al Señor en el espacio sagrado. Es necesario bajar, para que con la fuerza recibida en la oración, podamos enfrentar las difíciles situaciones de la vida. Solo esos ratos donde buscamos y encontramos a Dios, nos dan la sabiduría para enfrentar los embates de la vida cotidiana. Con esa gracia dentro, somos capaces de entregarnos a Dios y dejarnos acrisolar como el oro y la plata muchas veces. Después de la prueba que purifica el alma, estamos preparados como nuevas criaturas, para ser incienso con suave olor que sube al trono de Dios en adoración y que habla a los hermanos de ese amor recibido, que comparte la gracia con palabras y obras y hace de su entorno un lugar de bendición para sí mismo y para quienes le rodean. Como incienso Señor, consagrado a tu amor, sube a ti mi oración, desde mi corazón. A ti mi consagración, de mi vida y mi amor, un alma, una oración, rendida en adoración. Feliz día de la vida consagrada Sor Laidys A. Peguero Rodríguez, hccs

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