La fuente de donde bebía
En una comunidad religiosa había un hermano muy sabio, alegre, orante y consejero que siempre tenía buena disposición para todo, se llamaba Juan. A Juan nada le resultaba difícil, los momentos de dificultad los sobrellevaba con una actitud de esperanza y todo lo que le consultaban tenía para él una buena solución. Sus hermanos lo amaban, la gente buscaba su consejo, nadie que venía a él se iba igual, siempre tenía un agradable semblante.
hermano Juan, hombre sencillo de cara amable, pero muy sabio le hacía perder terreno, por lo que quiso llegar a ser como él, más, no logró nada. Trató de dar consejos a algunos hermanos, pero en lugar de ayudar empeoraba las cosas. Fue entonces cuando el hermano José decidió acercarse al hermano Juan para saber de dónde le venía toda su plenitud y así robarle la gracia. Le acompañaba a hacer los trabajos, a la oración, a todo. Como no encontrara nada, un día decidió proponerle un caso de su vida, algo falso inventado por él, algo que el hermano Juan no pudiera resolver, para pedirle su consejo:
Le dijo –“hermano Juan yo tengo un gran problema, hace unos meses conocí a una muchacha, ella es linda, amable y roba toda mi atención, sin darme cuenta me he enamorado y no hago más que pensar en ella. La amo, me vuelve loco y ocupa todo mi pensamiento” el hermano Juan se le quedó mirando con una ternura y comprensión que lo desnudó y que le hizo sentir vergüenza de la trampa que le estaba poniendo.
El hermano Juan le dijo –“hermano José sígame”- mientras caminaban le habló
–“como todos, yo tengo dificultades, como todos yo sufro, como todos me enamoro de las criaturas y de su forma de ser, pero yo tengo una fuente a la que llevo todas mis debilidades, para recibir fuerzas de mi Dios”.
Llegaron a su celda y el hermano Juan le mostró una jarra de cristal con agua limpia hasta la mitad y en el agua un papel con una frase que decía: “mi vida y mi tesoro están en el corazón de Dios y Dios no se desentiende de mí” le dijo
–“hermano José ¿tu relación con esa muchacha te da paz o te produce intranquilidad? Y prosiguió diciéndole:
–“al pensar en ella, en su belleza y en lo bien que te sientes a su lado, ¿qué notas que es más importante y fundamental para ti, ella o Dios que te ha llamado? El hermano José cayó de rodillas sin responder ni una palabra, lloró y por su mente pasó como una película todo su orgullo, su vanidad, y sus deseos de ser el centro de atención. Muy arrepentido le explicó al hermano Juan que todo era mentira y que se sentía un miserable delante de él. El hermano Juan lo levantó y tomando sus manos le dijo –“todo el honor debe ser para Dios”
Sacó un papel y escribió “tu vida y tu tesoro están en el corazón de Dios y Dios no se desentiende de ti, porque te ama tal como eres” y le dijo
–“bebe de esta fuente” desde aquel momento el hermano José vanidoso y arrogante se convirtió en un joven sencillo, que servía y vivía con alegría su vocación.
Sor Laidys A. Peguero Rodríguez hccs.
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